En los últimos tiempos se viene poniendo
de manifiesto cómo el alto grado de agresividad que se respira a todos
los niveles (en la política, en la calle, en la familia, en los
negocios, el deporte, el cine, la televisión y los medios informativos,
etc.) está repercutiendo también en la escuela, y no solamente en
España.
La violencia juvenil e incluso infantil (que predice la juvenil) está alcanzando cotas alarmante en el extranjero, sobre todo en EE.UU.: en los últimos seis años se han producido 221 muertes en los colegios por esta causa en aquel país.
La agresividad, como la violencia, son inherentes al ser humano, que además es el único animal capaz de pensarla, analizarla y emplearla conscientemente para la consecución de sus fines. Se sufre en todos los ámbitos de la sociedad, y la escuela no es ajena, ya que forma parte de esta sociedad violenta que acoge a jóvenes que se han educado y han aprendido más en la calle de lo que puedan aprender en el centro escolar.
Dicen los expertos que los niños y jóvenes se encuentran absolutamente desprotegidos frente a la violencia, y que son mucho más vulnerable a ésta porque la viven antes de desarrollar su propia vida independiente.
En la conferencia Europea celebrada en Bruselas en noviembre de 1996 bajo el titulo «Más seguridad en la escuela», impulsada por Holanda, se estudiaron cinco países, entre ellos España, en lo relativo a la violencia. El informe español fue presentado por J. L. Moreno, y en él exponía algunos puntos interesantes:
- El comportamiento antisocial tienen un fuerte arraigo en cuanto a su origen y el entorno social.
- En la escuela, agresores y víctimas tienen un dilatado contacto durante muchas horas al día casi todos los días del año, por lo que las consecuencias personales traumáticas y sociales del agredido pueden ser muy graves.
Asimismo, J. M. Moreno extrajo una serie de conclusiones sobre sus propios estudios:
- Cuatro de cada diez alumnos entre ocho y dieciséis años se ha sentido alguna vez maltratados o intimidados por sus compañeros.
- Si no la violencia, al menos sí el maltrato psíquico se da en todas las clases sociales.
- Se da sobre todo la violencia verbal y, en menor grado, la violencia física. Poco se sabe sobre agresiones sexuales aunque también se dan.
- A partir de los dieciséis años los incidentes disminuyen (de primaria a Secundaria o Bachillerato) pero son más graves.
- El profesor agredido suele ocultarlo para preservar su competencia profesional.
- El sensacionalismo informativo crispa el ambiente y puede generar más violencia.
En todo caso, existe común acuerdo en que estamos asistiendo al agudizamiento del problema de la violencia juvenil y sobre todo escolar, conectando con el incremento de comportamientos violentos entre jóvenes, ligados a actitudes de intolerancia y xenofobia a nivel mundial. Estas actitudes destructivas se fraguan en la calle e inmediatamente se contagian al ámbito educativo escolar, que es donde los niños pasan la mayor parte de su tiempo, y es en ese ámbito donde, paradójicamente, pueden hallarse los medios para ponerles fin antes de que se conviertan en pura delincuencia.
Comprender la violencia juvenil, como cualquier otro fenómeno social, requiere una combinación de «disección analítica», de los factores que la provocan y «una interpretación global» de los factores que, tratados individualmente, han demostrado empíricamente tener un papel destacado en la génesis, mantenimiento y casualidad inmediata del acto violento. Así, si analizamos un homicidio cometido por un adolescente es ridículo pensar que solo es por una causa. La realidad es mucho más compleja y en estos casos suelen encontrase más de una causa: individual, de crianza, socioambiental, etc., que han actuado a lo largo del tiempo, simultáneamente y de una forma interactiva. Pensemos en el efecto que sobre un preadolescente con un nivel de inteligencia medio-bajo, afectado en la infancia por un trastorno de déficit atencional con hiperactividad y sin apenas supervisión paterna, puede tener la práctica habitual de video-juegos de contenido violento. Ninguna de estas razones, por si sola, es un buen predictor de comportamientos violentos juveniles; sin embargo la combinación, mediada por la duración temporal de la misma, sí que la tiene. La combinación múltiple de las características individuales y situacionales es la que contribuye a la génesis y desarrollo de las conductas antisociales y violentas. Los estudios sugieren que esta confluencia de ciertos factores de «riesgo» y de los factores protectores tienen la justificación última de la violencia.
Existen numerosos factores que pueden contribuir e influir en el amplio y variado rango de conductas que se definen, como hemos visto, bajo el epígrafe de «violencia juvenil». Es importante considerar todos estos factores y sus múltiples relaciones para desarrollar una comprensión completa de la naturaleza del problema. Entre estos factores aparecen los llamados factores de riesgo (que anteceden, determinan, condicionan,... para el desarrollo de comportamientos violentos). Los factores de riesgo se dividen en estáticos (edad, sexo, etc.) y dinámicos (necesidades, estados patológicos, etc.).
Asimismo es relevante conocer los llamados factores de resistencia que potencialmente «protegen» a los jóvenes contra los efectos que facilitan o producen comportamientos violentos. Los factores de riesgo se definen como variables contrastadas que influencian, de modo objetivo y causal, la conducta, en este caso la violencia. Son circunstancias del sujeto y de la situación las que se relacionan con una mayor probabilidad de cometer un hecho violento. Además de estos factores de riesgo, de los cuales es fácil deducir los que afectan más específicamente a los jóvenes, hay que añadir los llamados factores de protección, que son aquellos que potencialmente reducen la probabilidad de realizar conductas de riesgo. Estos factores pueden influenciar los efectos de las experiencias individu ales que facilitan la adquisición de factores de riesgo o pueden moderar la relación entre el riesgo y el comportam iento violento.
Los factores que contribuyen a la violencia juvenil abarcan todos los niveles del modelo ecológico: el personal, el familiar/ escolar, el social y el político-económico, puesto que en todos estos niveles hay elementos que condicionan la aparición de la violencia juvenil.
Es necesario conocer los múltiples factores y razones aisladas que explican los porqués del comportamiento violento de los jóvenes para integrarlos en un marco general que permita proponer medidas eficaces y control de la misma.
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