Frigidez: falta de excitacion en la mujer
Esta dificultad es lo que hace
unos años se conocía como «frigidez». Es decir, no experimentan
sensaciones agradables, placenteras, gozosas ante la estimulación
sexual, por parte de ellas mismas y/o de su pareja, o ante las
fantasías eróticas.
Como ya dijimos, esta dificultad puede estar relacionada con la falta de deseo, o entre las causas fisiológicas, con la deficiencia de estrógenos. En aquellos casos, en los que sí existe deseo sexual y no hay miedo a tener relaciones erótico-sexuales, la queja es de imposibilidad de disfrutar de dichas relaciones. Por tanto no se producen los cambios propios de la excitación: lubricación vaginal, aumento del tamaño de los senos, cambios en los labios mayores y menores, en la vagina y en el clítoris, etc. En estos casos, la causa suelen ser bien diferente a las comentadas, podemos encontrarnos con una mujer que desconoce cómo funciona su cuerpo y cuáles son las reacciones que en éste se producen durante la respuesta sexual. También puede estar ocasionada por una educación restrictiva respecto al sexo, que le impide abandonarse y disfrutar de sus relaciones, aunque ame a su pareja. O en cambio, puede deberse a un deterioro de la relación de pareja, a una falta de comunicación entre ambos, temor a mostrarse sexualmente activa, porque considera que es inadecuado en una mujer.
Como vemos pueden ser muchas las causas que originan una dificultad de este tipo. Pero como casi todas las dificultades sexuales, suelen tener fácil solución si nos ponemos en manos de un/a experto/a. Aunque es cierto, que en ocasiones las causas son médicas y por tanto el tratamiento se hace más complejo.
Antes de realizar el diagnóstico, el profesional debe saber si se trata de una falta de deseo sexual primaria, secundaria u ocasional. Primaria si se ha producido siempre, secundaria si se da tras un período en el que su grado de excitación era satisfactorio, y ocasional, si se da solamente en determinadas situaciones o con determinadas parejas.
La impotencia puede ser primaria, si se ha dado siempre; secundaria, si se produce después de un período de funcionamiento satisfactorio, o selectiva, cuando se produce con una determinada pareja, mientras que con otras el funcionamiento sexual es satisfactorio, o se produce solo con determinadas prácticas sexuales, por ejemplo, que se produce durante el coito, pero no con la masturbación. También, puede ser debida a problemas médicos, en este caso ha de consultarse a un/a especialista que hará las pruebas pertinentes para diagnosticar la causa.
Las causas de la impotencia primaria pueden ser dogmas religiosos, tabúes sexuales no resueltos, influencias del medio familiar. La insistencia por parte de la pareja contribuye a empeorar el problema.
La impotencia secundaria suele ser más corriente. Puede estar causada por problemas de estrés, ansiedad, trastornos pasajeros. Suele tener graves repercusiones, porque el hecho de que un día no haya podido tener una erección de forma satisfactoria, puede acarrearle ansiedad en la próxima relación, y ante eso darse una nueva dificultad. De esa forma se crea un círculo vicioso que se mantiene en el tiempo y que suele ser difícil de romper sin la ayuda de un/a experto/a. El hombre empezará a cuestionar su desempeño sexual futuro, y estas dudas hacen que el siguiente encuentro sea desastroso. Por eso, no debemos olvidar que episodios aislados en los que al hombre le resulta difícil conseguir o mantener una erección son muy comunes y no deben darle mayor importancia.
Hay casos en los que la impotencia secundaria está relacionada con la ingesta excesiva de alcohol.
Hay que tener en cuenta que la erección es una respuesta involuntaria, es decir, que no está sujeta a la voluntad del hombre. Por eso, empeñarse en tener una erección ante una dificultad de este tipo suele producir el efecto contrario.
Las causas de la impotencia también pueden ser orgánicas. La lista de causas fisiológicas es muy amplia, los principales factores pueden ser: anatómicos, cardiorrespiratorios, ingestión de drogas, endocrinos, neurológicos, diabetes mellitus, hematológicos, infecciosos, vasculares, del sistema genito-urinario.
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Como ya dijimos, esta dificultad puede estar relacionada con la falta de deseo, o entre las causas fisiológicas, con la deficiencia de estrógenos. En aquellos casos, en los que sí existe deseo sexual y no hay miedo a tener relaciones erótico-sexuales, la queja es de imposibilidad de disfrutar de dichas relaciones. Por tanto no se producen los cambios propios de la excitación: lubricación vaginal, aumento del tamaño de los senos, cambios en los labios mayores y menores, en la vagina y en el clítoris, etc. En estos casos, la causa suelen ser bien diferente a las comentadas, podemos encontrarnos con una mujer que desconoce cómo funciona su cuerpo y cuáles son las reacciones que en éste se producen durante la respuesta sexual. También puede estar ocasionada por una educación restrictiva respecto al sexo, que le impide abandonarse y disfrutar de sus relaciones, aunque ame a su pareja. O en cambio, puede deberse a un deterioro de la relación de pareja, a una falta de comunicación entre ambos, temor a mostrarse sexualmente activa, porque considera que es inadecuado en una mujer.
Como vemos pueden ser muchas las causas que originan una dificultad de este tipo. Pero como casi todas las dificultades sexuales, suelen tener fácil solución si nos ponemos en manos de un/a experto/a. Aunque es cierto, que en ocasiones las causas son médicas y por tanto el tratamiento se hace más complejo.
Antes de realizar el diagnóstico, el profesional debe saber si se trata de una falta de deseo sexual primaria, secundaria u ocasional. Primaria si se ha producido siempre, secundaria si se da tras un período en el que su grado de excitación era satisfactorio, y ocasional, si se da solamente en determinadas situaciones o con determinadas parejas.
Falta de excitacion en el hombre
La falta de excitación en el hombre se conoce como impotencia o disfunción eréctil. Esta dificultad supone la imposibilidad de conseguir una erección y/o mantenerla el tiempo suficiente como para conseguir un orgasmo o quedar satisfecho en sus relaciones sexuales, y se produce aunque la estimulación sea adecuada.La impotencia puede ser primaria, si se ha dado siempre; secundaria, si se produce después de un período de funcionamiento satisfactorio, o selectiva, cuando se produce con una determinada pareja, mientras que con otras el funcionamiento sexual es satisfactorio, o se produce solo con determinadas prácticas sexuales, por ejemplo, que se produce durante el coito, pero no con la masturbación. También, puede ser debida a problemas médicos, en este caso ha de consultarse a un/a especialista que hará las pruebas pertinentes para diagnosticar la causa.
Las causas de la impotencia primaria pueden ser dogmas religiosos, tabúes sexuales no resueltos, influencias del medio familiar. La insistencia por parte de la pareja contribuye a empeorar el problema.
La impotencia secundaria suele ser más corriente. Puede estar causada por problemas de estrés, ansiedad, trastornos pasajeros. Suele tener graves repercusiones, porque el hecho de que un día no haya podido tener una erección de forma satisfactoria, puede acarrearle ansiedad en la próxima relación, y ante eso darse una nueva dificultad. De esa forma se crea un círculo vicioso que se mantiene en el tiempo y que suele ser difícil de romper sin la ayuda de un/a experto/a. El hombre empezará a cuestionar su desempeño sexual futuro, y estas dudas hacen que el siguiente encuentro sea desastroso. Por eso, no debemos olvidar que episodios aislados en los que al hombre le resulta difícil conseguir o mantener una erección son muy comunes y no deben darle mayor importancia.
Hay casos en los que la impotencia secundaria está relacionada con la ingesta excesiva de alcohol.
Hay que tener en cuenta que la erección es una respuesta involuntaria, es decir, que no está sujeta a la voluntad del hombre. Por eso, empeñarse en tener una erección ante una dificultad de este tipo suele producir el efecto contrario.
Las causas de la impotencia también pueden ser orgánicas. La lista de causas fisiológicas es muy amplia, los principales factores pueden ser: anatómicos, cardiorrespiratorios, ingestión de drogas, endocrinos, neurológicos, diabetes mellitus, hematológicos, infecciosos, vasculares, del sistema genito-urinario.
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